La historia se repite. Hoy, el Poder Judicial vuelve a estar en la mira pública, con tres miembros en riesgo de ser acusados. Esto nos recuerda lo ocurrido en 1997 con el ministro Servando Jordán, quien enfrentó una acusación constitucional por “abandono de deberes” debido a cuestionamientos sobre su proceder en casos de notoriedad pública

La diferencia entre entonces y ahora es significativa. En 1997, nuestro país consolidaba su democracia y fortalecía sus instituciones, mientras que hoy enfrentamos un riesgo y valorización democrática en declive, con una creciente desconfianza en nuestras instituciones según las encuestas de opinión pública

Estamos acostumbrados a la disminución de la valoración positiva por parte de la ciudadanía hacia el gobierno de turno y nuestros parlamentarios. Sin embargo, el Poder Judicial siempre ha inspirado respeto, aunque no liderara los ránkings. Es el cimiento de nuestra estabilidad democrática y pública, garantizando el Estado de Derecho

Además, es el único Poder del Estado que otorga títulos profesionales. Por historia, tradición y convicción, nuestro sistema público debe defender cualquier erosión que atente contra nuestros tribunales. Podemos discutir todas las reformas que sean necesarias y si vienen a mejorar lo que tenemos, serán bienvenidas, siempre y cuando prevalezcan la independencia y la autonomía judicial, junto con los demás principios rectores que sostienen nuestro sistema