El Mercurio de Antofagasta
-Prensa Papel martes, diciembre 3, 2024
Columna
martes, diciembre 3, 2024 3:00 a. m.
Columna de Opinión: El patrimonio nuestro de cada día...
La palabra patrimonio proviene del latín “patrimonium”, vale decir es el legado que nos dejan nuestros padres, lo que nos mandata a cuidarlo porque es pasado y memoria para construir el mañana.
Por su parte, patrimonio cultural es la herencia, material e inmaterial, con valor histórico, que se transmite a las generaciones del presente y futuro. El material se proyecta a lo largo de distintos lugares, siendo éste de tipo inmueble, mueble o natural. El inmaterial o intangible está presente en las fiestas religiosas y manifestaciones culturales típicas en nuestra cultura popular.
Los lugares (o espacios) de presentación de patrimonio forman parte de nuestras vidas día a día: los museos, monumentos, cementerios, parques naturales o santuarios de la naturaleza han sido intervenidos de forma clara y decidida para que podamos comprender, valorar y vivir el patrimonio, tal como lo plantea la definición del profesor F.X. Hernández Cardona.
Hay un patrimonio cotidiano en distintas ciudades de Chile, por el cual transitamos habitualmente, sin tener conciencia a veces de su valor intrínseco.
En ese contexto, los últimos años lamentablemente se ha normalizado la falta de cuidado del espacio público en nuestras ciudades y los espacios de presentación del patrimonio son los más perjudicados. Edificios con sus paredes vandalizadas, paraderos destruidos, cortinas metálicas de locales comerciales rayados con tinta gruesa o pintura, plazas y parques llenos de basura comienzan a convertirse en parte de lo que podría calificarse como la “banalización de la incivilidad”.
Si hay algo que los adultos debemos aprender de las generaciones actuales es su sentido de respeto al medioambiente. Pero más allá de la edad que tengamos, debemos reflexionar sobre el sentido de responsabilidad con nuestro entorno, con el espacio público.
Autoridades, municipales y regionales, han buscado la reconstrucción y limpieza de los lugares vandalizados, pero no transcurre mucho tiempo para que vuelvan a ser dañados.
Una cosa es el significado político de la ocupación de los espacios en nuestras ciudades, haciendo uso legítimo de nuestras libertades democráticas, y otra es la amenaza latente de degradación y destrucción de los lugares, en los cuales no hay respeto.
Hay un aprendizaje cívico que transmitir a las nuevas generaciones y ese se refiere al respeto y cuidado de los espacios públicos, necesarios tanto para la recreación como para el ocio sano. No debemos normalizar, ni permitir el deterioro de nuestro entorno urbano o el natural. A su vez quienes no atentan contra los márgenes permitidos deben asumir su parte y mirar la banalización del deterioro de la ciudad.
“No debemos normalizar, ni permitir el deterioro de nuestro entorno urbano o el natural”.
Por su parte, patrimonio cultural es la herencia, material e inmaterial, con valor histórico, que se transmite a las generaciones del presente y futuro. El material se proyecta a lo largo de distintos lugares, siendo éste de tipo inmueble, mueble o natural. El inmaterial o intangible está presente en las fiestas religiosas y manifestaciones culturales típicas en nuestra cultura popular.
Los lugares (o espacios) de presentación de patrimonio forman parte de nuestras vidas día a día: los museos, monumentos, cementerios, parques naturales o santuarios de la naturaleza han sido intervenidos de forma clara y decidida para que podamos comprender, valorar y vivir el patrimonio, tal como lo plantea la definición del profesor F.X. Hernández Cardona.
Hay un patrimonio cotidiano en distintas ciudades de Chile, por el cual transitamos habitualmente, sin tener conciencia a veces de su valor intrínseco.
En ese contexto, los últimos años lamentablemente se ha normalizado la falta de cuidado del espacio público en nuestras ciudades y los espacios de presentación del patrimonio son los más perjudicados. Edificios con sus paredes vandalizadas, paraderos destruidos, cortinas metálicas de locales comerciales rayados con tinta gruesa o pintura, plazas y parques llenos de basura comienzan a convertirse en parte de lo que podría calificarse como la “banalización de la incivilidad”.
Si hay algo que los adultos debemos aprender de las generaciones actuales es su sentido de respeto al medioambiente. Pero más allá de la edad que tengamos, debemos reflexionar sobre el sentido de responsabilidad con nuestro entorno, con el espacio público.
Autoridades, municipales y regionales, han buscado la reconstrucción y limpieza de los lugares vandalizados, pero no transcurre mucho tiempo para que vuelvan a ser dañados.
Una cosa es el significado político de la ocupación de los espacios en nuestras ciudades, haciendo uso legítimo de nuestras libertades democráticas, y otra es la amenaza latente de degradación y destrucción de los lugares, en los cuales no hay respeto.
Hay un aprendizaje cívico que transmitir a las nuevas generaciones y ese se refiere al respeto y cuidado de los espacios públicos, necesarios tanto para la recreación como para el ocio sano. No debemos normalizar, ni permitir el deterioro de nuestro entorno urbano o el natural. A su vez quienes no atentan contra los márgenes permitidos deben asumir su parte y mirar la banalización del deterioro de la ciudad.
“No debemos normalizar, ni permitir el deterioro de nuestro entorno urbano o el natural”.
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