Las universidades, históricamente vanguardistas, hoy se ven rezagadas ante los rápidos cambios globales. Desafíos como la pobreza, el cambio climático y la crisis migratoria requieren respuestas conjuntas y la promoción de bienes públicos globales. Recursos esenciales como el aire limpio, la seguridad y la salud pública deben ser accesibles para todos, pero su gestión no puede ser abordada de manera aislada requiere una respuesta internacional coordinada y una acción colectiva

En este escenario, las universidades tienen un rol fundamental en el desarrollo social y la inclusión. Así lo señala, por ejemplo, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que aboga por un acceso equitativo a la educación superio

Nuestra misión no ha cambiado, pero el reto que enfrentamos hoy tal vez sea el más grande que se nos ha presentado desde el Renacimiento y la Revolución Industrial. La diferencia está en que ahora vivimos un contexto internacional muy diferente más demandante, complejo y que trasciende fronteras, lo que exige una respuesta innovadora y colaborativa

La internacionalización de las universidades no solo mejora la calidad educativa, sino que ayuda a formar líderes con conciencia del mundo, más allá de nuestras fronteras. Nuestra reciente participación en la Escuela de Verano en Bucarest, donde un grupo de nuestros estudiantes compartió con jóvenes de toda Latinoamérica, es un ejemplo de cómo estas experiencias son esenciales para preparar a los líderes que el mundo necesita

En la región de Coquimbo debemos apuntar en esa dirección. Por esto, en la Universidad del Alba, asumimos el compromiso de impulsar la democratización del conocimiento, el respeto a la diversidad cultural y una gobernanza centrada en los derechos humanos y la inclusión social. Este es el rumbo hacia un verdadero despertar global en el siglo XXI