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Ketamina: Más que un estigma, un medicamento que salva vidas
La reciente nota publicada por El Longino que aborda el consumo abusivo de ketamina es un llamado de alerta sobre los graves efectos que puede tener un uso equivocado de la sustancia. No cabe duda de que el uso recrea-cional y descontrolado de ketamina puede provocar daños físicos severos y dependencia psicológica. Sin embargo, es fundamental entender que este fármaco, en entornos clínicos controlados, es un medicamento seguro y con décadas de evidencia que avalan su uso terapéutico.

La ketamina fue aprobada en 1970 como anestésico y está incluida en la Lista de Medicamentos Esenciales de la OMS. Durante décadas ha permitido realizar procedimientos en pacientes en salas de cirugía y unidades de emergencia. Su perfil de seguridad es bien conocido y documentado.

Junto con ello, en los últimos 20 años, la investigación clínica ha demostra-do que la ketamina, y su derivado, la esketamina, tienen un efecto antidepresivo rápido y eficaz, especialmente en casos de depresión resistente. Diversos meta-análisis y estudios multicéntricos han reportado que una sola infusión suele producir una mejora del ánimo en las primeras 24 horas en una proporción relevante de pacientes, aunque la respuesta puede variar según la severidad del cuadro y las características individuales. También se ha documentado reducción significativa en la ideación suicida en pacientes en crisis. Ningún antidepresivo convencional logra resultados equivalentes.

A diferencia de los antidepresivos convencionales, que tardan semanas en hacer efecto, tanto la ketamina como la esketamina actúan sobre el sistema glutamatérgico, en particular, bloqueando los receptores NMDA. El resulta-do es un aumento de la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro de formar nuevas conexiones.

Esta "ventana de plasticidad" abre la posibilidad de que el paciente pueda trabajar de manera más profunda en psicoterapia, procesar traumas, salir de patrones de pensamiento rígidos y generar nuevas formas de relacionarse consigo mismo y con el mundo. Dicho de otra manera: la ketamina y la esketamina no eliminan los aspectos conflictivos, pero permiten que el cerebro alcance una mayor flexibilidad para encontrar nuevos ángulos y perspectivas de resolución y cambios conductuales.

Si bien estas sustancias por sí solas no representan una cura mágica, su verdadero potencial aparece cuando se combina con un proceso psicoterapéutico riguroso, pues es en estas condiciones, que estos fármacos facilitan un estado de apertura psicológica y emocional que permite revisar creencias, procesar experiencias dolorosas y generar cambios sostenidos. Existe evidencia científica que respalda que este medicamento salva vidas y por ello, el debate debe centrarse en educación, regulación y acceso seguro.


Autor(es):

Nicolás Berasain Psicólogo clínico, especialista en psicoterapia asistida con ketamina.
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